2 Errores que NO debes cometer al gestionar tu salón de belleza
Sabes muchísimo sobre cortes, coloración y cómo hacer que tus clientes se vean espectaculares, pero ser un maestro del estilismo no significa que seas experto en todo lo que implica manejar un salón de belleza. Twiggylistas, aquí les dejo dos errores comunes que deberían evitar a toda costa:
1. No te metas a hacer todo tú mism@, twiggylista 🙅♀️
Muchos estilistas caen en la trampa de querer encargarse de todo en su salón: desde la decoración, la promoción, hasta la administración. Pero, así como un buen corte requiere las herramientas adecuadas, manejar un salón también. Es importante que sepas delegar.
Por ejemplo, si no eres experto en contabilidad o gestión de citas, busca apoyo. En lugar de intentar ser el "todólogo" de tu salón, concéntrate en lo que realmente te apasiona: ¡hacer magia con las tijeras y el color! 💇♀️✨
Recuerda: no puedes ser estilista, administrador, publicista, y recepcionista a la vez sin que algo se vea afectado. Lo mejor es dejar que cada experto haga su parte y tú brilles en lo que mejor haces.
2. No descuides la experiencia del cliente, querido twiggylista 😵💫
Es fácil obsesionarse con perfeccionar técnicas de corte o con comprar los mejores productos de coloración, pero la experiencia de tus clientes es tan importante como el resultado final. Asegúrate de que tu salón sea un lugar cómodo, agradable y bien organizado. Desde el momento en que un cliente entra, debería sentir que está en las mejores manos.
(Un GIF de alguien relajándose con una taza de café o disfrutando de una experiencia de salón, como una cliente feliz con su nuevo look.)
Pequeños detalles como ofrecer una bebida, tener revistas actuales o asegurarte de que no pasen mucho tiempo esperando, hacen una gran diferencia. Además, la comunicación es clave: escucha a tus clientes, entiende lo que quieren y asegúrate de que se sientan atendidos en todo momento.
¡Recuerden, twiggylistas! Gestionar un salón es mucho más que ser un estilista excelente. Delega lo que no es tu fuerte y cuida la experiencia de tus clientes desde el momento en que cruzan la puerta. Como diría tu tía cuando sale encantada de tu salón: "Zapatero a tus zapatos, estilista a tus tijeras".